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Cuando la inflación subyacente llega a niveles peligrosos

Cuando la inflación subyacente llega a niveles peligrosos

Cuando la inflación subyacente llega a niveles peligrosos

La inflación es uno de los fenómenos económicos que más impacto tiene en la vida de las personas y de las empresas. Se trata de un aumento en el nivel general de precios, lo que puede provocar una reducción en el poder adquisitivo de los consumidores y un aumento de los costes para las empresas.

Sin embargo, no todas las inflaciones son iguales. Existe lo que se conoce como inflación subyacente, que mide el aumento de precios en aquellos bienes y servicios que son más estables y menos volátiles. La inflación subyacente se utiliza para comprender mejor la verdadera evolución de los precios a largo plazo.

En este artículo, analizaremos cuándo la inflación subyacente llega a niveles peligrosos, qué consecuencias puede tener y qué medidas deben tomarse para evitar que esto ocurra.

¿Qué es la inflación subyacente?

La inflación subyacente se define como el aumento en el nivel general de precios, excluyendo los bienes y servicios que son más volátiles. Por ejemplo, se excluyen los precios de los alimentos y de la energía, ya que estos pueden oscilar mucho de un mes a otro. En cambio, se incluyen los precios de los bienes y servicios más estables, como la ropa, los muebles o los servicios de salud.

La inflación subyacente se utiliza para comprender mejor la verdadera tendencia de los precios a largo plazo, ya que los bienes y servicios más volátiles pueden generar fluctuaciones importantes en los índices de precios, pero no reflejan la verdadera evolución de los precios a largo plazo.

¿Cuándo la inflación subyacente llega a niveles peligrosos?

En general, se considera que una inflación subyacente superior al 2% anual es una señal de que los precios pueden estar llegando a niveles peligrosos. Cuando la inflación subyacente es elevada, puede haber varias consecuencias económicas negativas.

Una de las principales consecuencias es una reducción en el poder adquisitivo de los consumidores. Cuando los precios suben a un ritmo superior al poder adquisitivo de las personas, estas pueden ver reducido su nivel de vida, ya que tienen que gastar más en bienes y servicios básicos como la comida, la ropa o la vivienda.

Otra consecuencia importante es el aumento de los costes para las empresas. Si los precios de los bienes y servicios que utilizan para producir sus productos aumentan, los costes de producción también aumentarán, lo que puede dificultar que las empresas mantengan sus niveles de beneficio y, en algunos casos, incluso llevar a pérdidas económicas.

Por último, una inflación subyacente elevada también puede tener un impacto en las decisiones de inversión. Si los inversores creen que los precios seguirán subiendo a largo plazo, es posible que decidan invertir menos y ahorrar más, lo que puede tener un impacto negativo en la economía en su conjunto.

¿Qué medidas pueden tomarse para evitar una inflación subyacente elevada?

Para evitar que la inflación subyacente llegue a niveles peligrosos, los gobiernos y los bancos centrales pueden tomar varias medidas.

Una de las medidas más eficaces es mantener bajos los tipos de interés. Cuando los tipos de interés son bajos, es más fácil para las empresas y los consumidores solicitar prestamos, lo que puede impulsar el consumo y la inversión y frenar la inflación.

Otra medida es la política fiscal expansiva. Los gobiernos pueden aumentar el gasto público o bajar los impuestos para estimular el crecimiento económico y mantener la inflación bajo control.

Por último, los bancos centrales pueden intervenir en los mercados de divisas para estabilizar el tipo de cambio y evitar que una moneda se devalúe demasiado, lo que puede provocar una inflación elevada.

En conclusión, la inflación subyacente es un indicador clave para comprender la verdadera evolución de los precios a largo plazo. Cuando la inflación subyacente llega a niveles peligrosos, pueden producirse consecuencias económicas negativas, como una reducción en el poder adquisitivo de los consumidores, un aumento de los costes para las empresas y una menor inversión. Para evitar que esto ocurra, los gobiernos y los bancos centrales pueden tomar medidas como mantener bajos los tipos de interés, implementar políticas fiscales expansivas o intervenir en los mercados de divisas.